Si has cultivado cannabis durante más de una temporada, seguro conoces esa escena: entras en el indoor y ves un polvo blanco lechoso sobre algunas hojas. No es polvo común, ni restos de sustrato—es oídio. Una enfermedad fácil de identificar pero extremadamente persistente. Si se le da margen, puede bajar la fotosíntesis, ralentizar el crecimiento y deteriorar el aspecto de los cogollos en pocas semanas.
¿Qué es y de dónde sale?
El oídio lo provocan hongos de la familia Erysiphaceae. Sus esporas viajan por el aire, se adhieren a las hojas y germinan cuando las condiciones les favorecen: calor, humedad y aire estancado. No necesitan hojas mojadas; basta con humedad alta y mala circulación. Por eso aparece tanto en jardines muy densos como en armarios indoor con poca ventilación.
Primeros síntomas: ¿cómo distinguir el oídio del polvo común?
Al principio verás pequeños puntos blancos y calcáreos. Si los frotas con el dedo desaparecen, pero al día siguiente vuelven. Luego las manchas se juntan, los bordes de las hojas amarillean y las láminas empiezan a curvarse. En casos graves, el polvo invade los pecíolos y brotes jóvenes; en variedades de cogollo denso puede atacar las flores, dañando aroma y apariencia rápidamente.
¿Qué realmente reduce el riesgo (y por qué)?
Controla la humedad relativa. 50–60% en crecimiento, 40–50% es más seguro en floración. Si baja la temperatura por la noche = condensación = peligro.
Movilidad suave del aire. Dos niveles: circulación general (entrada + salida) y movimiento ligero en la copa para evitar zonas muertas.
Buena arquitectura de planta. Poda y defoliación lógica para que la luz y el aire lleguen a la base. El exceso de hojas es el aliado número uno del oídio.
Riego inteligente. Riega justo antes de encender luces o por la mañana en exterior—humedad alta de noche es una invitación para el hongo.
Higiene. Limpia filtros, superficies y desinfecta herramientas; las esporas viajan muy bien en la ropa.
Si el polvo ya está: ¿qué hacer y qué evitar?
Lo peor es ignorarlo pensando que “son solo unas manchas”. Funcionan los métodos biológicos y los clásicos de contacto—lo importante es la constancia y ajustar el clima.
Métodos biológicos (más suaves para la planta):
Leche 1:10 (leche:agua)—aplica cada 3–4 días durante dos semanas. Las proteínas y la lactoferrina dificultan el desarrollo del hongo.
Bacillus subtilis / B. amyloliquefaciens—preparados microbianos que colonizan la hoja y desplazan el patógeno.
Extracto de cola de caballo/ajo, aceites de jardín (neem, parafina)—acción de contacto; aplicar con luces apagadas y nunca con calor extremo.
Bicarbonato potásico (KHCO₃)—sube el pH en la superficie de la hoja; acción rápida contra la infección.
Tratamientos clásicos (eficaces, pero usar con cuidado):
Azufre (humectable/coloidal)—el clásico ante el oídio; no mezclar con aceites (mínimo dos semanas de descanso entre aplicaciones) y evitar cerca de la cosecha.
Los fungicidas sistémicos a base de triazoles o estrobilurinas pueden funcionar, pero su uso legal en cannabis está restringido—checa la normativa y los plazos de seguridad.
Seguridad ante todo: pulveriza siempre con luces apagadas, usa mascarilla/gafas/guantes y buena ventilación. Mejor dos aplicaciones suaves que una “a lo bestia”.
Plan exprés de 7 días (práctico y claro):
Día 0 – inspección e higiene. Elimina hojas muy infectadas (no compostes dentro del indoor), limpia superficies y filtros. Ajusta clima: baja humedad y aumenta el aire.
Día 1 – tratamiento de contacto. Pulveriza bicarbonato potásico + mojante (cubre bien ambos lados de la hoja).
Día 3 – refuerzo biológico. Aplica Bacillus (según etiqueta) o leche diluida, alternando con KHCO₃.
Día 5 – repetición. Si salen nuevas manchas, repite KHCO₃; si mejora, sigue con microbiología.
Día 7 – decisión. ¿No hay avances? En vegetativo puedes plantear azufre. En floración avanzada, mejor solo biológicos y manejar clima para no dejar residuos en las flores.
Mini-guía (qué usar y qué evitar según el caso):
Situación en el cultivo | Qué elegir primero | Qué evitar |
---|---|---|
Manchas iniciales en vegetativo | KHCO₃ + Bacillus + defoliación | Usar azufre + aceites a la vez |
Inicio de floración, humedad alta | KHCO₃/Bacillus, más ventilación | Aceite agresivo con calor extremo |
Fin de floración (antes de cosecha) | Biología suave, elim. selectiva de hojas | Azufre, sistémicos con larga carencia |
Corona densa, poco aire | Corte selectivo, dos ventiladores | “Túnel de aire” directo a los cogollos |
¿Por qué funciona?
El oídio vive en la superficie de la hoja. No hay que “curar” toda la planta, sino cambiar las condiciones en la hoja y su microclima: subir el pH (bicarbonato), colonizar con bacterias útiles (Bacillus), romper el ciclo de esporas (azufre) y, sobre todo, quitarle humedad y quietud de aire. Cuando el clima está bien ajustado, los tratamientos solo son el último empujón.
En resumen
El oídio no es el fin del mundo, pero sí una prueba de disciplina. Quien controla humedad, aire y no se asusta de la tijera, ve esta enfermedad poco y la supera rápido. Quien espera “que se pase solo”, le da al hongo lo que busca: tiempo.
Primero el clima y la higiene, luego el tratamiento, y mejor repetir varias veces que confiar en un “spray milagroso”. Así, el polvillo blanco solo será un apunte menor en tu diario de cultivo.