En el mundo del cultivo de cannabis, muchos problemas pueden detectarse a simple vista: hojas amarillentas, manchas en los cogollos, finas telarañas entre los tallos. Pero hay enemigos que atacan en lugares invisibles para el cultivador, y los daños solo se hacen evidentes cuando ya son graves. Uno de esos adversarios es la pudrición de raíces, una enfermedad que se desarrolla en el sustrato o en el agua, atacando silenciosamente los cimientos mismos de la vida de la planta.
Por qué la pudrición de raíces es tan peligrosa
Las raíces son para el cannabis lo que los pulmones y el estómago son para los humanos: absorben agua, nutrientes y permiten el intercambio de gases. Cuando empiezan a pudrirse, el proceso es lento pero implacable: los tejidos dañados pierden la capacidad de transportar lo que la planta necesita, provocando que pase hambre y se asfixie, incluso si el sustrato está lleno de humedad y nutrientes.
Primeros síntomas – engañosos y sutiles
La pudrición de raíces rara vez se manifiesta de forma dramática al principio. Lo más habitual es un claro enlentecimiento del crecimiento: la planta “se queda parada” aunque todos los parámetros parezcan correctos. Las hojas pueden empezar a decaer ligeramente y su color volverse pálido o apagado. En fases más avanzadas, se observa marchitamiento durante el día (a pesar de que el suelo esté húmedo) y un olor desagradable que proviene de la maceta o del depósito hidroponico.
Dónde empieza el problema
Los principales culpables de la pudrición de raíces son patógenos como Pythium, Fusarium y Rhizoctonia. Prosperan en ambientes demasiado húmedos y con poca oxigenación. Las causas más comunes incluyen:
- Agua estancada en macetas o sistemas hidropónicos.
- Sustrato demasiado compacto y mal aireado.
- Temperatura elevada de la solución nutritiva en hidroponía (por encima de 22–23 °C).
- Falta de higiene en los sistemas de riego y cambios de agua poco frecuentes.
Cómo salvar las plantas afectadas por pudrición de raíces
Si la enfermedad se detecta a tiempo, aún es posible actuar:
- Reducir la humedad – en cultivos en tierra, dejar que el sustrato se seque entre riegos.
- Mejorar la aireación – en hidroponía, añadir piedras difusoras o aumentar la potencia de la bomba de aire.
- Tratamientos biológicos – productos con microorganismos beneficiosos (por ejemplo, Trichoderma harzianum, Bacillus subtilis) pueden inhibir los patógenos.
- Lavado del sistema – en hidroponía, enjuagar bien las raíces y reemplazar la solución nutritiva por agua fresca y bien oxigenada.
Prevención – el mejor escudo contra la enfermedad
Prevenir la pudrición de raíces es mucho más fácil que curarla. Algunas medidas clave son:
- Garantizar un buen drenaje – usar siempre macetas con agujeros de drenaje y una capa de base adecuada.
- Mantener la limpieza – desinfectar regularmente herramientas, depósitos y tuberías de riego en hidroponía.
- Controlar la temperatura – en hidroponía, mantener la solución nutritiva entre 18–21 °C.
- Evitar el exceso de riego – el cannabis tolera mejor un ligero periodo de sequía que tener las raíces en agua estancada.
- Usar microbios protectores – la inoculación regular con hongos y bacterias beneficiosas fortalece el sistema radicular.
Por qué la pudrición de raíces suele volver
Incluso después de salvar algunas plantas, los patógenos pueden permanecer en el sustrato o en el sistema de riego. Si las condiciones vuelven a ser favorables, la infección puede reaparecer rápidamente. Por eso es fundamental limpiar y desinfectar todo el equipo después de cada ciclo de cultivo y evitar reutilizar el sustrato sin esterilizarlo previamente.
Conclusión
La pudrición de raíces es un enemigo invisible hasta que ya ha causado daños considerables. Combatirla requiere paciencia, un diagnóstico preciso y, a veces, decisiones valientes. Pero un cultivador que aprenda a leer las señales sutiles de sus plantas y a mantener un entorno radicular sano tendrá siempre la ventaja en esta batalla oculta.