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Moho Botrytis (moho gris) – el asesino silencioso de las flores durante la floración

  • 15-ago.-2025
  • 3 minutes read
  • 933 Views

Todos conocemos ese momento: el cultivo entra en su fase más bonita, las colas engordan, el aroma se vuelve denso y ya planeamos un secado perfecto. Y justo entonces —cuando todo parece de catálogo— aparece Botrytis cinerea, el moho gris. No hace ruido ni espectáculo: se limita a aprovechar un poco de humedad y aire estancado para convertir semanas de trabajo en polvo gris en cuestión de días.

Cómo empieza un brote de Botrytis

Al principio no hay nada “dramático”. Un mate tenue en algunas hojas azucaradas, como si un pincel hubiera borrado su brillo. Luego cambia el olor: menos resinoso, más dulzón-rancio, difícil de nombrar pero imposible de ignorar. En los cogollos densos, el moho progresa de dentro hacia fuera: por fuera todo se ve bien, mientras el corazón empieza a pudrirse. Un leve apretón delata una blandura donde debería haber resorte. Esa es la alarma. Cuanto antes actúes, más salvarás.

¿Por qué precisamente ahora?

La Botrytis prospera cuando hay mucha biomasa, la humedad relativa sube, las noches se enfrían y el aire apenas se mueve. La “ventana de riesgo” clásica son las últimas 2–3 semanas de floración, especialmente si:

  • la HR nocturna supera ~55–60 %,
  • hay zonas muertas sin flujo de aire en el armario,
  • la estructura de flores/hojas es muy compacta,
  • se forma condensación (rocío) dentro de las colas tras apagar las luces.

No necesita mucho: unas horas de aire inmóvil, una gota persistente de pulverización, un filtro cansado… y ya existe un microclima donde el hongo crece más rápido de lo que tardas en preparar un café.

Detección precoz – el arte de “ver con los dedos”

Los cultivadores experimentados se ponen en alerta cuando notan:

  • florecillas que se tornan grises y se deshacen al tacto,
  • hojas azucaradas que se amarronan en la base y se desprenden como papel,
  • una sensación “cocida” y empapada dentro del cogollo —pérdida de elasticidad—,
  • un desvío del aroma hacia lo dulzón y mohoso.

No temas a pequeños cortes exploratorios. Mejor abrir una cola sospechosa y confirmar que está sana por dentro que encontrar, a la mañana siguiente, una catedral gris en pleno auge.

Qué hacer cuando la Botrytis ya está

Aquí no caben medias tintas. La Botrytis no es una decoloración que “se pasa”. Es una carrera.

  1. Aislamiento y retirada inmediata.
    Con herramienta afilada y desinfectada (alcohol isopropílico), elimina todo el tejido infectado dejando un margen de tejido sano. No “sacudas” el moho: las esporas vuelan como polvo.
  2. Higiene al doble.
    Limpia la herramienta tras cada corte. Cambia de guantes. Sella el material contaminado en una bolsa y sácalo del cuarto. Nunca seques ni proceses flores mohosas para consumo.
  3. Corrige el clima en una hora, no mañana.
    Baja la HR a ~42–48 % durante el día y mantén la noche ligeramente más cálida que el día (invertir la delta-T reduce la condensación). Aumenta la extracción y crea un flujo suave y local a través de la canopia.
  4. Valora una cosecha parcial y controlada.
    Si surgen focos nuevos a diario, cosecha por etapas las zonas más maduras antes de que el hongo lo haga por ti.

Prevención — no le des a la Botrytis motivos para quedarse

La verdad: el moho gris gana por logística. Tu respuesta es la organización.

  • Flujo de aire por capas.
    Un ventilador frontal no basta. Genera movimiento ligero y constante en las zonas baja, media y alta. Las hojas deben temblar, no aletear. ¿Zonas muertas? Reubica ventiladores, añade mini clip-fans.
  • Humedad controlada, sobre todo de noche.
    El mayor daño ocurre tras apagar las luces. Sube la extracción al “lights-off”; usa deshumidificador 1–2 horas al inicio del ciclo oscuro. En final de floración, apunta a 45–50 % HR.
  • Arquitectura de la planta.
    Una defoliación selectiva abre el interior del cogollo. Retira hojas que bloquean el aire o “pegan” las flores. Mejor un poco menos de follaje que un bolsillo húmedo en una mega-cola.
  • Flores nunca mojadas.
    Pulverizaciones foliares en crecimiento vegetativo —bien; en floración —no. Evita picos locales de humedad al amanecer o justo tras apagar. Si riegas tarde, dosifica para que el sustrato no “evapore” toda la noche.
  • Limpieza y disciplina.
    Tras cada ciclo, lava paredes del armario, bandejas, rejillas, ventiladores. Revisa, limpia y, si toca, reemplaza filtros y conductos. Trata cualquier planta nueva como VIP: inspección y, si procede, cuarentena.
  • Dimensiona bien tus colas.
    Las “bates de béisbol” seducen, pero se asfixian por dentro. Redes SCROG y entrenamientos que reparten masa floral en más sitios “respirables” reducen el riesgo y suelen mantener el rendimiento total.

Una breve nota sobre el secado (aquí el moho también vuelve)

A veces, semanas impecables se echan a perder… por un mal secado. Tras la cosecha, mantén HR en 55–60 % y temperatura estable en 17–19 °C, con aire suave cerca, no apuntando directo a las flores. Demasiado húmedo: vuelve el moho; demasiado seco: se escapa el aroma. Paciencia y equilibrio ganan.

Lo que no hay que hacer — pequeña lista de “nunca”

  • Nunca pulverices flores de final de floración esperando que la química “se coma” la Botrytis en el corazón del cogollo.
  • Nunca mezcles material contaminado con el resto de la cosecha (“para extracción servirá”) — es un riesgo para la salud.
  • Nunca minimices un foco pequeño. La Botrytis no bromea.

¿Acelerar la cosecha o seguir luchando?

Si siguen apareciendo focos pese a corregir el clima y las plantas están en ventana de madurez, una cosecha fraccionada y medida preserva la calidad. Si el problema es local y el clima ya es estable, cortes limpios, higiene estricta y 48–72 horas de vigilancia atenta pueden frenarlo. Piénsalo como un fuego de pasto: apágalo al inicio o míralo convertirse en bosque.

Conclusión — vencer al hongo con organización

La Botrytis no es “castigo”; es la consecuencia previsible de ciertas condiciones. Roba rendimiento donde la dejamos sentirse en casa: humedad, aire quieto, bolsillos cálidos y densos dentro de las colas. El antídoto es simple en teoría, exigente en la práctica: flujo de aire por capas, noches estables, arquitectura vegetal y disciplina higiénica. Y si aun así el moho gris llama a la puerta, corta limpio, descarta sin pena y corrige el entorno de inmediato.

Paradójicamente, muchos afinamos de verdad la mano para la floración después de un episodio de Botrytis. Enseña lo esencial de este oficio: el control silencioso de lo invisible. Y cuando abres la sala de secado al final de temporada sin el menor rastro de gris, sabes que no ganó la fuerza, sino la constancia.

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