¿Qué es el Fusarium?
El Fusarium es un hongo patógeno que ataca principalmente el sistema radicular de las plantas. Sus esporas están presentes en el suelo, el agua y los restos orgánicos. En condiciones favorables – alta humedad y temperaturas cálidas – se desarrolla rápidamente, causando pudrición de las raíces, daños en los tallos y, finalmente, la muerte de la planta.
Lo que hace que el Fusarium sea especialmente peligroso es su desarrollo silencioso: la planta puede parecer sana hasta que, de repente, comienza a marchitarse y morir en pocos días.
Síntomas del Fusarium
- Amarillamiento de las hojas inferiores – comienza en la base de la planta.
- Crecimiento ralentizado – la planta parece desnutrida a pesar de recibir fertilizantes.
- Raíces marrones y blandas – en lugar de ser blancas y firmes.
- Marchitamiento repentino – a menudo la planta muere en 1–2 días.
- Decoloración rojiza-marrón en el tallo – especialmente en la base.
Prevención del Fusarium
- Mantener una higiene estricta – desinfectar herramientas, contenedores y manos antes de manipular las plantas.
- Usar un sustrato estéril – evitar tierra de jardín o compost sin controlar.
- Garantizar una buena ventilación y controlar la humedad – evitar condiciones excesivamente húmedas.
- Control de la temperatura – el Fusarium prospera entre 25 y 28 °C.
- Introducir antagonistas biológicos – microorganismos beneficiosos como Trichoderma harzianum pueden limitar su desarrollo.
Tratamiento del Fusarium
Desafortunadamente, una vez que el Fusarium infecta el sistema radicular, curar la planta es extremadamente difícil. En muchos casos, lo más recomendable es eliminar la planta infectada para proteger el resto del cultivo. Aun así, existen enfoques biológicos y químicos:
- Soluciones biológicas – productos que contienen Trichoderma o Bacillus subtilis pueden frenar la propagación del hongo.
- Fungicidas químicos – algunos principios activos eficaces son:
- Propiconazol (Tilt, Bumper)
- Tebuconazol (Folicur, Horizon)
- Azoxistrobina (Amistar)
⚠️ Nota: El uso de fungicidas químicos en el cannabis está restringido o prohibido en muchos países. Por ello, los cultivadores suelen recurrir más a la prevención y al control biológico.
Conclusión
El Fusarium es una de las enfermedades más destructivas del cannabis – sigilosa, rápida y a menudo incurable. La clave está en la prevención: utilizar sustratos estériles, mantener un sistema limpio y controlar el clima de forma equilibrada.
Si la infección aparece, es fundamental eliminar de inmediato las plantas afectadas. Los bioestimulantes a base de Trichoderma o Bacillus pueden ayudar a contener el problema, mientras que los fungicidas químicos solo deben considerarse como último recurso y dentro del marco legal.
En resumen: con el Fusarium, más vale prevenir que curar. El tratamiento es una carrera contra el tiempo – que el cultivador rara vez gana.